Fernando Sor en el manuscrito de Félix Ponzoa y Cebrián de ca.1854

Detalle de la portada del manuscrito de Ponzoa y CebriánEn 1895 ingresa en la Biblioteca Nacional de Madrid un manuscrito con el título de «Sucintas nociones de armonía y composición aplicadas a la guitarra». Lo hace dentro de lo que se conoce como «Legado Barbieri», un nutridísimo número de libros, partituras, notas, apuntes y todo tipo de documentos que, por expreso deseo de su propietario, el compositor Francisco Asenjo Barbieri, fallecido el año anterior, pasarán a formar parte de los fondos de esta bibioteca.

Consta el manuscrito de 131 páginas y está dividido en dos partes. Tras unas páginas con unas notas sobre la historia de la guitarra, la primera parte se dedica a la armonía y a la composición aplicadas a este instrumento, tratando de algunas formas musicales que su autor, D. Félix Ponzoa y Cebrián, ejemplifica con piezas propias específicas para cada forma. La segunda parte contiene noticias biográficas de varios guitarristas, entre ellos, el segundo tras el Padre Basilio, Fernando Sor.

Por la edad de Sor cuando abandona España y por la situación de uno y otro durante los años en que hubiera cabido la posibilidad de que se encontrasen, no parece demasiado verosímil que ninguna de las noticias que sobre Sor nos pueda dar Ponzoa hubiera sido recibida a través del contacto personal. Pero, aun con todo esto en mente, cabría pensar que un aficionado culto, como sin duda era Ponzoa, hubiera tenido más de una ocasión de recibir noticias e informaciones a través de personas que hubieran tratado a Sor directamente durante su estancia en España o, incluso, durante su exilio parisino o londinense. Cabría esperar pues un mínimo de exactitud y de fiabilidad en el texto de Ponzoa sobre Sor dado que, además, se escribe a unos escasos quince años del fallecimiento del guitarrista catalán, cuando todavía éste, junto con Dionisio Aguado, siguen siendo en España los principales referentes guitarrísticos, especialmente en lo que al aprendizaje y a la concepción del instrumento se refiere. Pero, desgraciadamente, no todos los datos que nos ofrece Ponzoa parecen demasiado fiables. Que deje en blanco el lugar de nacimiento de Sor no deja de ser significativo. Pero juzgue el lector por sí mismo. He aquí el texto (que se transcribe tal cual lo escribió el autor: se ha mantenido la ortografía de la época así como las peculiaridades de la escritura de Ponzoa):

A D.n Fernando Sor, natural del pueblo de [Aquí un espacio en blanco] en el principado de Cataluña, le destinaron sus padres para la música. De tierna edad entró a estudiarla en el colegio de Montserrate [sic], donde se han formado los mejores profesores de otros tiempos, y aprendió a tocar el violín y el violoncelo. Su genio emprendedor no quiso limitarse a lo que le ofrecian estos instrumentos, y buscando mas armonia eligió la Guitarra: despues se dedicó al piano, pero aquella fue en definitiva la que se hizo Reyna de su gusto y de su ingenio. Sor prefirió la Guitarra de seis ordenes, y dejo en la misma las cuerdas sencillas, no solo para egecutar con mas facilidad y limpieza, sino para evitar la dificultad de hallar dos cuerdas perfectamente iguales. A Sor se debe la aplicación de los arpegios complicados con método y sistema, y el haber transportado a la Guitarra las armonias de Hayden [sic], de Mozart y de Pleyell [sic]. En un principio su gusto fue tan energico que se le puede llamar sobervio, como se ve en la obra que dedicó al Principe de la Paz; pero con la edad vino a consagrar su talento a la musica sentimental, haciendo llorar con su elegiaca y sus adioses.

        Terminada la guerra de la independencia emigró Sor y se estableció en Paris. En aquel pueblo donde las notabilidades mas grandes suelen confundirse, Sor vivió con su avilidad muy conocido y apreciado. Todo el tiempo que Rossini estubo en París fue continuamente a visitar a Sor, y el mismo Rossini presentó al maestro Mercadante en casa de Sor, quedando estos dos cisnes líricos de Ytalia admirados de la singular sabiduria con que Sor sabia hacer alarde de la armonia en su simpatico instrumento.

        Murió D. Fernando Sor en Paris el año de 1839 de un cancer que se le formó en la boca, despues de haber admirado con su guitarra, de haber hecho conocer las gracias de nuestro instrumento fuera de España, de haber dejado sus Minuetos, sus Egercicios, sus Fantasias y todas sus composiciones para provecho a las generaciones futuras; puesto que por mas que se varie con la moda el gusto de la musica, siempre las obras de Sor serán respetadas como modelos de buen género.

        La pieza con que tubo especialmente envelesados a los franceses fue la Sínfonia de la Caza del joven Enrique que compuso un frances: el inmortal Mehul.

Fragmento del ms de Félix Ponzoa y Cebrián (Fernando Sor)Ya hemos avanzado más arriba que la fiabilidad de los datos biográficos que Sobre Sor presenta Ponzoa es, cuando menos, cuestionable. Y lo hacíamos citando el ejemplo del desconocimiento del lugar de nacimiento de Sor, lugar que tenía que ser bastante conocido entre los guitarrstas españoles de ese momento pero que, además, ya había sido publicado casi veinte años antes en la Encyclopédie pittoresque de Ledhuy y Bertini, en cuya entrada dedicada a Sor, las cinco primeras palabras son: «Ferdinand Sor naquit à Barcelonne».

El hecho de que las noticias de Ponzoa nos hayan llegado en forma de manuscrito autógrafo nos permite hacernos una mejor idea de lo que pudo suceder. Clic en la imagen y veremos que Ponzoa aparentemente no conoce el dato y deja un hueco para completar el texto más tarde tanto a la derecha como a la izquierda en la siguiente línea.

Ponzoa parece decirnos también que la elección de la guitarra por parte de Sor tuvo lugar tras haber conocido y estudiado en Montserrat el violín y el violonchelo, prefiriendo el instrumento a los otros dos en busca de más armonía. Sin embargo en el artículo mencionado de la Pittoresque se dice que a una edad mucho más temprana, la de cinco años, Sor ya buscaba acordes a tres partes en la guitarra de su padre. Este dato y alguno más, parecen indicar lo que ya es de todos conocido, que Sor tenía ya cierto conocimiento de la guitarra cuando entró en Montserrat.

También parece que Ponzoa cayese en el error de querer adjudicar al reseñado más honores de los que le cupiesen. Hace responsable a Sor de dos asuntos en los que ahora sabemos que Sor no tuvo una participación especial: la simplificación de los órdenes de la guitarra (de dobles a sencillos, de cuerda ‘doble’ a cuerda ‘simple’) y lo que Ponzoa llama «la aplicación de los arpegios complicados«.

En cuanto a lo primero, que en España tardaría años en extenderse si comparamos con Francia, ya se estaba produciendo en París en el último cuarto del siglo XVIII. Giacomo Merchi en su Traité des agrémens de la musique, exécutés sur la Guitarre (París, 1777) muestra su postura personal al respecto y da razones muy parecidas a las que apunta Ponzoa para Sor1 y, si pensamos en Madrid, en 1799 se publica la primera edición española de los Principios de Federico Moretti en la que este autor ya muestra su predilección, a nivel personal, por los órdenes sencillos. Lo cierto es que si quisiéramos elegir una figura significativa en el asentamiento en España de la encordadura sencilla haríamos mejor en pensar en Dionisio Aguado, que con sus métodos y a través de su magisterio directo tuvo que influir mucho en esta cuestión, y no en Fernando Sor que, aunque con toda seguridad tuvo que elegir para él la cuerda simple en cuanto le fuera posible, no parece que hiciese especial hincapié en este tema ni que fuera un elemento de influencia en el cambio de costumbre de los aficionados y de los constructores españoles.

Y, por lo que respecta a una aplicación de los arpegios complicados, es verdad que Sor utiliza los arpegios en su obra (como no podía ser de otra manera) pero, debido, a su peculiar técnica de mano derecha, los arpegios nunca son demasiado «complicados». Tampoco es que, a ojos del guitarrista del siglo XXI, los arpegios de Moretti o de Giuliani sean de una complicación extrema, pero desde luego son variados y ya estaban ahí desde finales desde 1792 y 1812 respectivamente.

Menciona Ponzoa en el penúltimo párrafo de una forma genérica los minuetos, los ejercicios y las fantasías de Sor pero antes se ha referido a tres obras en concreto «la obra que dedicó al Principe de la Paz […] su elegiaca y sus adioses.» Se refiere sin duda a la Grande Sonate, op. 22, dedicada a Manuel Godoy; a la Fantaisie Elégiaque, op. 59, y a Les Adieux!, op. 21 (publicada en España con el título de La despedida).

En lo que sí acierta Ponzoa es en el futuro que habría de tener la obra de Sor. Es consciente de la trascendencia de su obra. Nos dice que, por mucho que cambién los gustos musicales, las obras de Sor siempre quedarán como modelos de buen género y serán respetadas por ello.

Luis Briso de Montiano
Enero de 2015
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Notas ( vuelta al texto principal)

  1. «Je profite de cet Avertissement pour dire un mot de ma manière de monter la Guitarre à cordes simples. Il est plus aisé de trouver 5 cordes justes qu’un plus grand nombre; les cordes simples son plus faciles à mettre d’accord et à pincer nettement; enfin, elles rendent des sons purs, forts et moëilleux, et qui approchent de ceux de la Harpe; surtout si l’on se sert de cordes un peu grosses» («Aprovecho esta Advertencia para decir unas palabras acerca de mi forma de montar la Guitarra con cuerdas sencillas. Es más fácil encontrar cinco cuerdas perfectas que un número mayor; las cuerdas simples son más fáciles de afinar y de pulsar limpiamente; además, ellas dan sonidos puros, fuertes y suaves, que se asemejan a los del Arpa; especialmente si son un poco gruesas.»)
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